Este mes de octubre esta siendo, al menos para mí, un periodo de intensa actividad laboral y reflexión. He tenido el honor de participar en Fuerteventura en las II Jornadas de actualización en lactancia materna con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna 2021 en Europa, todo ello en la misma semana en que se publica la revisión 2021 del código de ética del CIE para las enfermeras
La profesión enfermera tiene una responsabilidad ética con la población que atiende, la práctica clínica, el equipo multidisciplinar, la profesión en sí misma y la salud global.
Desde el punto de vista de la salud global, como sanitarias valoramos la atención como un derecho humano y nos reafirmamos en el derecho de acceso universal a la atención de salud para todas las personas, conocemos la trascendencia de los determinantes sociales de la salud y trabajamos para conseguir los objetivos de desarrollo sostenible.
Como enfermera asistencial y gestora estoy convencida de que nuestras acciones cotidianas contribuyen a actuar en los problemas globales que afectan a la salud y en este caso me gustaría reflexionar sobre cómo apostando por la lactancia materna estamos contribuyendo a la salud global y al desarrollo sostenible, ya que estamos trabajando teniendo en cuenta la alimentación adecuada, la seguridad alimentaria, la pobreza, la equidad de género, la salud ambiental y la educación.
Como responsables del cuidado de la sociedad, las enfermeras y las matronas estamos convencidas de que el patrón de oro en la alimentación del lactante es la leche materna. Los beneficios nutricionales y de bienestar que la leche humana proporciona al recién nacido, su madre, las familias y la sociedad están sobradamente demostrados.
Partimos siempre de la base del derecho que tiene la mujer a tomar una decisión libre e informada sobre el método de alimentación de su hijo/a. Para esa toma de decisiones, los sanitarios y las autoridades tenemos la responsabilidad de facilitar un buen acceso a la información, libre de influencias comerciales, basada en el respeto, el soporte y el apoyo a la persona y a la familia que tenemos delante.
Cuando una mujer decide alimentar a su bebé con lactancia materna está tomando una decisión que tiene un importante impacto no sólo en ella misma y en su descendencia, sino también en la sociedad, la economía y el desarrollo sostenible.
Y es que la lactancia materna es una forma natural de alimentarse que no supone coste adicional al presupuesto familiar y que disminuye el gasto social y sanitario. Proporciona durante 2 o más años nutrientes de alta calidad y puede ayudar a prevenir la desnutrición y la obesidad, mejorando significativamente la buena salud de los niños, niñas y sus madres, contribuyendo al desarrollo mental y cognitivo de nuestros hijos, ayudándoles en su aprendizaje. Todo esto dicho en el marco de un país donde 1 de cada 4 personas está en situación de pobreza o exclusión social y escrito desde Canarias, donde desgraciadamente vemos un año más cómo los datos de pobreza y exclusión social empeoran. Aquí 3 de cada 10 personas están en situación de pobreza y con dificultad para afrontar sus necesidades básicas, entre las que se encuentra alimentarse adecuadamente. Cuando se salvaguarda y se apoya la lactancia en todas las mujeres, y en especial a las que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad, se ayuda a reducir las desigualdades y se camina hacia la equidad.
La lactancia es un derecho único de las mujeres y blindarla equivale a proteger sus derechos reproductivos y en salud, es trabajar en igualdad de género. Cuando una empresa protege a una trabajadora lactante, hace que nuestros empleos sean más dignos y contribuye a construir una sociedad más justa. Paralelamente, cuando la sociedad respeta y pone en valor las actividades de cuidado no remunerado que realizan fundamentalmente las mujeres en el hogar, y que son la base para el desarrollo y el bienestar de las familias, estamos caminando hacia la sociedad los cuidados como la base de la justicia social.
Como comunidad tenemos el reto de asegurar la protección de los más vulnerables, lo que es especialmente importante en momentos de crisis. Hemos sido golpeados por el COVID, y además de la situación sanitaria, la población española se ha visto sometida a una privación material severa en el 7% de su población. Por otra parte, cualquier situación de crisis se traduce en una auténtica pandemia de violencia contra las mujeres . Y vuelve ocurrir en todas y cada una de las catástrofes. Como ejemplo, ahora mismo en La Palma, durante la erupción volcánica, se han disparado las llamadas al 112 por casos de violencia de género. Estas situaciones deberían ocupar la agenda política de forma destacada, ya que según el informe de la iniciativa mundial sobre tendencias de la lactancia materna en España, nuestro país puntúa con un 0 en alimentación infantil durante las emergencias . Por tanto, siempre que exista una crisis, debe existir una especial atención a la situación de la mujer en general y en especial a las embarazadas, las lactantes y su descendencia, dado el claro incremento de vulnerabilidad al que se ven sometidas.
Quiero también aprovechar la ocasión para poner en valor la contribución de la lactancia a un mundo más limpio. La leche materna es un alimento natural y renovable, ambientalmente seguro. Proporciona al bebé el agua que necesita y evita la contaminación que se deriva de la producción de sucedáneos. Amamantar produce efectos positivos en la lucha contra el cambio climático dado que significa menos consumo de materias primas, menos consumo de energía y por tanto menor emisión de CO2 y de gases con efecto invernadero, menos producción de envases, menos uso de plásticos, menos degradación ambiental y menos contaminación.
Amamantar a una hija/o es por tanto una decisión individual con gran impacto en la colectividad. Es responsabilidad de todos trabajar para que la lactancia materna sea trasversal a todas las políticas en salud.
Promocionar la lactancia materna es apostar para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Se hace necesario apoyar a las mujeres y procurar los cuidados que se necesitan para que la lactancia se instaure y se mantenga al menos durante 2 años. Hay que seguir trabajando en el desarrollo de alianzas, desarrollando acciones concretas a nivel comunitario y con la implicación de todos.
Como enfermeras tenemos la responsabilidad de trabajar y liderar intervenciones con visión inequívoca de cuidados profesionales, porque si hay un momento vital en el ser humano en el que los cuidados han sido protagonistas y con influencia en el presente y futuro de nuestra especie, ese es el parto y la lactancia.
Subrayo, Rita, cada palabra expresada con tanta sabiduría y realidad. Ojalá nos unamos y formemos cada vez más profesionales para apoyar y hacer frente a esta prioridad inminente que es la Lactancia materna. Muchas Gracias Siempre. Gloria I. Camacho R. Enfermera en los cuidados de la Infancia y Adolescencia Sanas.
ResponderEliminarGracias Gloria, esta prioridad de Salud Pública necesita del trabajo de todas.
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